sábado, abril 26, 2008

Plomero monedero

She: No me contaste del plomero ¿Qué tipo de plomero era?
Me: No sé. Del tipo grandote.
She: No, no. ¿Se le veía el monedero*?
Me: Bueno, revisó el calefón, no tuvo necesidad de agacharse.
She: ¿Qué tiene que ver? Algunos muestran el monedero por oficio.
Me: ...


*Monedero: Dícese de la exposición de la parte superior de la línea divisoria de las nalgas.

lunes, abril 21, 2008

Autumn leaves



Where are the songs of Spring? Ay, where are they?
Think not of them, thou hast thy music too


John Keats (¿Quién otro?)

martes, abril 15, 2008

¿Cómo haremos para desaparecer? (Y tú me lo preguntas, Maurice...)

Necesito sustraerle mi cuerpo al mundo. Por desvanecimiento, intoxicación, naufragio, sobredosis de fe poética o enriquecimiento ilícito.

jueves, abril 10, 2008

De casa al trabajo y del trabajo al hogar (Dos historias)

A la vuelta:

Cansado, me subí al último vagón. Quedé junto a un chico que estaba leyendo apoyado contra la puerta. Tenía el tipo coya y la uña del pulgar larguísima. "Un charanguista" pensé, sintiéndome un poco como Denny Crane. Naturalmente, me interesé por su lectura: la obra completa de Manuel Castilla, editada por Corregidor. Una maravilla. Es en esos momentos (y sólo en esos)que siento compasión por la humanidad. Miestras le relojeaba algunos versos espléndidos empecé a pensar que tenía que decirle algo. Decirle, tal vez, que qué hermoso libro, o que qué poeta del carajo que estás leyendo, macho. Él no despegaba la vista del libro. Yo ya había dejado atrás a Denny Crane y ya me sentía más como Vladimir Olan. Si levanta la vista le digo algo, pensé. Pero no, siguió leyendo. Cuando me baje. Cuando me baje va a tener que correrse y ahí le digo. Tengo que decirle. Tenía que decirle algo, una idiotez, solo para volcar un poco de mi compasión por toda esta carne dolorosa que es arrastrada sin sentido por túneles subterráneos cada día. El tren llegó a mi estación de destino. Se abrieron las puertas. El chico bajó el libro, se hizo a un lado y yo bajé, sin decir nada.

A la ida:

Mis señales son claras. No te hablo, no me hables. No te miro, no me mires. Esta es la austera y simple etiqueta de los medios de transporte. Sí, yo soy un monstruo, nada de lo humano me interesa, leave me alone. Esta mañana, comenzando mi círculo de esclavo a punto de enlatarse en ese sucedáneo barato de Hades que es el subte, un sujeto me interpeló para pedirme una indicación: "eeehhh... ¿Para ir a Retiro?". Soy un monstruo educado y respondo con eficiencia y cortesía. No es complicado, me preguntan, les respondo, muchas gracias, de nada y todo termina. Así en mi mundo ideal. Pero no aquí. "Vengo de la embajada" me participa el sujeto, como si nos conociéramos de siempre y yo estuviera al tanto de sus trámites estúpidos. Lo miré, tratando en vano de disimular mi horror, esfuerzo que él habrá interpretado como un signo de interés (la tragedia es infinita). "De la embajada de Estados Unidos" me aclaró. "Porque Pettinato dijo que no pedían visa". Lo miré aún sin hablar "En el programa de radio. Tiene un programa de radio. Es el que está también en la tele, pero a la tarde. Y esta mañana en la radio dijo que no pedían visa para ir". "Pero piden", dije yo al fin. "Sí, piden. Yo ya fui dos veces, pero cuando no pedían. Ahora no sé cómo hacer". "Tal vez pueda ofrecerse para ir a Irak" le aconsejé yo, "seguro necesitan gente". "Sí, aunque tal vez no me dejen, tenés que ser de allá. Bah, no sé, porque no deben querer ir, hace un calor de locos ahí, es un desierto". "Y, sí..." balbuceé, sorprendido por su inmunidad a la ironía. "pero ojo, si voy y sobrevivo dos años en Irak, por ahí me dejan quedarme en Estados Unidos".
En ese momento llegó el subte que iba en la dirección contraria a la mía. No lo dudé, la perspectiva de compartir un viaje en compañía de tan verborrágico idiota era demasiado. "Ahí viene mi subte" me despedí. "Buena suerte". Yo hacía mis cálculos: me bajo en la estación que viene y me tomo el próximo para este lado. Entonces el subte que va para el centro también empezó a asomarse a la estación. Corrí para alejarme del oyente de Pettinato y a último momento salté adentro de un vagón lejano del subte correcto. En el viaje me puse a pensar. Este tipo quería ir a Retiro. Quién sabe de dónde viene. Habrá tomado colectivo, tren y subte y ahora está en pleno viceversa. Todo por una estupidez que escuchó en la radio. Esta vez no sentí compasión. Sentí envidia.

martes, abril 08, 2008

Esperando el acto quinto

Vieras qué lindo es el fondo del mar.

jueves, abril 03, 2008

El vino triste (o el aire de estos días)

Cómo no tengo ganas de escribir nada, subo la primera estrofa de "Il vino triste" de Cesare Pavese (el del 34, porque escribió otros con ese mismo título).


"La fatica è sedersi senza farsi notare.
Tutto il resto poi viene da sé. Tre sorsate
e ritorna la voglia di pensarci da solo.
Si spalanca uno sfondo di lontani ronzii,
ogni cosa si sperde, e diventa un miracolo
esser nato e guardare il bicchiere. Il lavoro
(l'uomo solo non può non pensare al lavoro)
ridiventa l'antico destino che è bello soffrire
per poterci pensare. Poi gli occhi si fissano
a mezz'aria, dolenti, come fossero ciechi."


"Lo que cuesta es sentarse sin hacerse notar.
Luego, lo demás viene solo. Tres tragos
y regresan las ganas de meditarlo a solas.
Se abre de par en par un fondo de lejanos zumbidos,
todo se desvanece y se vuelve un milagro
haber nacido y contemplar el vaso. El trabajo
(no puede no pensar en el trabajo el hombre solo)
vuelve a ser el antiguo destino que es hermoso sufrir
para poder pensarlo. Después, los ojos miran
al vacío, dolientes, como si fueran ciegos."

(Trad. de Horacio Armani)