jueves, mayo 31, 2007

"Da macht ein Hauch mich von Verfall erzittern"

Mugre, Mcdonald's, mendicantes, proxenetas. Un bingo olorafrito y una "familia de ojos"* que contempla esta cima/sima de la civilización parapetada detrás de sus bufandas. Hacía mucho que no caminaba por la parte peatonal de Lavalle.




*Pido perdón por esta y cualquier otra OBVIEDAD que este texto contenga. No somos dignos, no somos dignos.

jueves, mayo 24, 2007

STB, la leyenda

Nunca sabré bien en qué bar o pizzería nació la Santana Tinto Brass. Bebedor consuetudinario y nómade, no podré nunca recordar adónde fue. Tal vez mis amigos y co-fundadores puedan ayudarme. Lo que sí recuerdo, acaso por deformación profesional, es que todo surgió de un juego de palabras que puso en contacto distintas "series" de la cultura, por decirlo grandilocuentemente. Bien pudo haber sido así: uno mencionó su gusto por Carlos Santana, otró agregó insidiosamente: "Santa Ana tinto" y un tercero remató: "Tinto Brass". La música, la enología (los malintencionados dirán la dipsomanía) y el cine equis-equis fueron entonces los espíritus tutelares de nuestra efímera banda, cultora de una música digna del músico mexicano, pero interpretada con la calidad del Santa Ana tinto y arreglada con el dudoso gusto de los films del director italiano Tinto Brass. Finalmente, lo de "Brass" agregaba una nota de ironía, porque nuestra formación carecía de la sección de bronces que aquel sustantivo promete. Nuestra formación fue variando. Originalmente éramos un cuarteto: el Capitán M, el Trompo Promiscuo, D. y yo. Nuestra primera etapa fue muy tecnológica. No ensayábamos, casi no tocábamos. Simplemente grabábamos, guiados por el fino oído y el enorme sentido de productor del Capitán. Nuestro primer hit fue una versión punk de "Il cuore è uno zingaro" de Nicola Di Bari. Después de aquello, el primero que tuvo la sensatez de ir bajándose de a poco fue D. Convertidos en trío, cambiamos también hacia un formato más acústico: el capitán M. en violoncello, el Trompo Promiscuo en acordeón a piano y yo en guitarra y voz (ay, dios). Para entonces ya no grabábamos, simplemente ensayábamos. "Noche de ronda" de Agustín Lara, "Tonight" de David Bowie, "Malandragem" de Cazuza fueron algunos de nuestros caballitos de batalla que sonaban en aquel ph del Once que yo compartía con V. (la chica que me tomaba el Jack Daniels en mi ausencia). Tampoco quisiera olvidar nuestra bellísima versión bossa de la suicida "Gloomy sunday", tema que sin dudas merece un post aparte. Durante un tiempo tuvimos una cantante, muy educadita y muy prolija. Pero no duró. También probamos un percusionista, pero se cansaba (juro que no es un chiste). De a poco nos fuimos terminando de deshilachar. Las piadosas prisas de la vida moderna atentan contra nuestras veleidades. El capitán M. nos abandonó para irse a tocar música evangelista y dar clases de electrónica y el acordeón a piano del Trompo empezó a juntar telarañas, lo mismo que mis guitarras, pobrecitas. Se ha dicho muchas veces: todo lo bello debe morir. Quedará sólo el recuerdo en aquellos pocos privilegiados que azarosamente presenciaron nuestros ensayos. Pero quién sabe, acaso el espíritu de la Santana Tinto Brass Band todavía esté rondando por ahí y quién te dice, cualquier día de estos nos da la sorpresa y se nos vuelve a aparecer. Brindo por eso, queridos amigos.

martes, mayo 22, 2007

Nosotros mayestático, vosotros vafangulo

En las reuniones sociales nunca falta un imprudente que, una vez informado de nuestras actividades mediante preguntas rayanas a la indiscreción, se dedica a tomarnos examen sobre nuestra capacidad, nuestros conocimientos y nuestra formación. Lo hacen de tal modo que parece que lo que en realidad buscan no es otra cosa que confirmar y hasta demostrarnos lo que ya saben, es decir, que ellos son sin dudas más listos que nosotros y que harían nuestro trabajo mucho mejor. Todo esto hemos aprendido a sufrirlo con paciencia. Pero que ese mismo imprudente nos asalte con insistentes preguntas directas sobre nuestro patrimonio e ingresos es algo que nos hace hervir la sangre. Si hablar de dinero es de mal gusto, mucho más lo es en la mesa y con un desconocido. Se ve que su mujer tampoco juzgaba innoble o indigno el tópico porque se ocupó de informarnos a todos que cada vez que va al supermercado no gasta menos de ochocientos pesos.

viernes, mayo 18, 2007

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina

Tengo por fortuna no ser un literato, razón que me habilita a acudir a veces a las citas evidentes, sin que colegas eventuales, siempre tan crueles, se detengan a señalar en mi conducta un catálogo de ingenuidades. En este caso, se trata de un poema famosísimo (una obviedad, si ud. es literato pase de largo, lo damos por sabido)que mi madre se sabe de memoria y que siempre me recitaba durante mi infancia. Naturalmente, yo no entendía ni la mitad. Pero ahora entiendo, te lo juro.

RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y más que un hombre al uso que sabe su doctrina
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y está al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

martes, mayo 15, 2007

Oh, you, black bile...

Aun entre los cadáveres hay unos más bellos que otros.

martes, mayo 08, 2007

Las víctimas de la espera II

Manantial y yo habíamos esperado ese momento durante tres meses, desde que me llegó la noticia. Compramos tinto, pan y un pedazo de queso. En casa había salame picado fino y chorizo colorado. Nos sentamos frente al televisor y dimos cuenta de la picadita mientras nos íbamos poniendo en clima viendo un partido de fútbol (Vélez vs. San Lorenzo). Un poco más tarde pedimos empanadas. Manantial, en un exceso de entusiasmo, incluyó en la lista una de "champignon", que por supuesto permaneció intacta. Comimos, bebimos y esperamos. La botella empezaba a agonizar y el evento no comenzaba. Seguimos esperando. Fumamos. Volvimos a fumar. Incrédulos, cambiábamos frenéticamente de canal. Todo fue inútil. Jamás transmitieron la pelea del Golden Boy vs. Mayweather en las Vegas. Tuvimos que conformarnos con un combate en directo desde Trenque-lauquen.

viernes, mayo 04, 2007

Las víctimas de la espera

Anoche soñé que Manantial y yo estábamos en una especie de institución mental. Permanecíamos sentaditos en una sala de espera que se parecía mucho a la de las estaciones de ferrocarril de pueblo. Esperábamos y nada sucedía. Pero de alguna manera nos enterábamos que en esa institución se alojaban varios presidentes de Estados Unidos, pero en chalecitos preferenciales. Después aparecía un italiano entrecano y simpático que nos pedía discreción respecto de su origen (era siciliano)para que no se dieran cuenta de que era de la mafia. Creo que era a él que le decíamos que teníamos hambre. La cuestión es que al rato aparecía Verónica Lozano con una bandeja llena de bocaditos exquisitos y nos los ofrecía de keruza. Después no me acuerdo más. ¿es grave, doc?

jueves, mayo 03, 2007

Tu máscara de arcilla

Nosotros llegamos cansados, sucios de polvo y de pintura. Ella también está pintada. La cruzamos en el pasillo, maquillada y vestidita. Diez minutos después nosotros estamos desparramados en la cama y ella en un programa de TV. La cruzamos haciendo zapping.