domingo, noviembre 23, 2008

Que haya 500

Por estos días tengo, con una frecuencia de olas, la sensación de que el silencio va a tragarme de un bocado. Entonces me voy a la plaza de las bolas de la Fiat cinquecento a fumar, conciente de que ver al mundo discurrir va a forzar el estallido silencioso en pleno pecho. Para esas cosas soy valiente. Cuando quiero prevenirme llevo un libro. Pero no si se arrima la hora grave. Y la hora grave en Palermo es digna de toda la atención. Hay que tener los ojos bien abiertos y ver el cielo. La salvación puede llegar en el último momento. En cualquier caso siempre tengo el single malt en casa, esperando sobre el banco de trabajo, como la red espera al trapecista que cae.

Por lo general tengo éxito en esto de "ocultar la desesperada distancia que me separa de la gente". Hoy, por ejemplo, me regalaron un globo. Era de la Fiat cinquecento.

Sonreí y todo.

jueves, noviembre 13, 2008

Cosas admirables

Ayer, en el colmo del snobismo, maté un moscardón con perfume francés. Admirable.

Este mediodía, en la calle Talcahuano, vi una anciana que caminaba por la vereda del sol con un vaso en la mano lleno hasta el borde de vino tinto. Admirable.

El mundo está desnudo.