El Roomer es un licor típico de Gent (O Gand, si prefieren la denominación en francés) que contiene florcitas de saúco que hacen su pequeña danza cuando se agita la preciosa botella. Tan linda que te impulsan a desafiar las nuevas y opresivas leyes de aeronavegación sólo para poder utilizarla de florero en casa.
sábado, noviembre 21, 2009
martes, noviembre 17, 2009
Ça branle dans le manche
Esta expresión francesa se refiere, si se la entiende en sentido literal, a algo que se agita -nosotros diríamos que "baila"- en el mango. El caso típico es el de un cuchillo en el que la hoja se ha aflojado y se mueve dentro del mango. En sentido figurado, la expresión alude a una persona poco sólida o inconsistente (Un personaje de L'éducation sentimentale es definido de ese modo por otro).
Entre los universales Tramontina de mango de madera que hay en nuestra cocina, había uno de esos cuchillos claudicantes y cada vez que yo sacaba uno del cajón era indefectiblemente ese (Un renglón más para la casuística de las leyes de Murphy, supongo). El cuchillo llegó a hacérseme tan odioso que cada vez que lo agarraba (esto es, casi siempre) juraba en voz alta que la próxima vez que lo agarrara lo iba a tirar a la basura. Naturalmente, jamás cumplía con mi amenaza que era invariablemente postergada hasta la siguiente ocasión. Hasta que un día, habiendo yo sacado el cuchillo claudicante del cajón y repetido mi traicionado juramento una vez más, mi legítima esposa, que se encontraba a mi lado, me lo quitó de la mano y sin decir palabra lo tiró al tacho de la basura.
Este gesto liberador, que acaso otra persona juzgaría algo brutal o fruto del fastidio, es para mí un conmovedor acto de amor.
Entre los universales Tramontina de mango de madera que hay en nuestra cocina, había uno de esos cuchillos claudicantes y cada vez que yo sacaba uno del cajón era indefectiblemente ese (Un renglón más para la casuística de las leyes de Murphy, supongo). El cuchillo llegó a hacérseme tan odioso que cada vez que lo agarraba (esto es, casi siempre) juraba en voz alta que la próxima vez que lo agarrara lo iba a tirar a la basura. Naturalmente, jamás cumplía con mi amenaza que era invariablemente postergada hasta la siguiente ocasión. Hasta que un día, habiendo yo sacado el cuchillo claudicante del cajón y repetido mi traicionado juramento una vez más, mi legítima esposa, que se encontraba a mi lado, me lo quitó de la mano y sin decir palabra lo tiró al tacho de la basura.
Este gesto liberador, que acaso otra persona juzgaría algo brutal o fruto del fastidio, es para mí un conmovedor acto de amor.
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Escenas de la vida conyugal
miércoles, noviembre 11, 2009
División del mundo
Hay gente que cuando usa una lata de tomates, antes de tirarla a la basura coloca la tapa adentro para que el basurero o el cartonero no se corten.
Hay gente que no.
Hay gente que no.
lunes, noviembre 02, 2009
Nuevas inadecuaciones
Los ficus y demás árboles plastificados (De uso obligatorio, por cierto, en el interior de los bares porteños pasteurizados en los 90') me deprimen sin atenuantes.
Y su escandalosa exportación a las veredas de la ciudad constituye una verdadera tragedia.
Y su escandalosa exportación a las veredas de la ciudad constituye una verdadera tragedia.
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