miércoles, julio 12, 2006

Retóricas de la distancia

En su libro Cynismes, Michel Onfray se refiere al báculo de Diógenes como parte de una retórica de la distancia. Es decir, como parte de una ordenada y premeditada disposición de señales que significan simplemente: déjenme en paz.
Otro ejemplo de esa retórica, pero de un carácter casi opuesto, se encuentra en el libro Vida, poesía y locura de Friedrich Hölderlin, escrito por un contemporáneo suyo, Wilhelm Waiblinger, que solía visitarlo durante los años de la famosa “locura”. Entre otras cosas, dice esto: "Empleaba alocuciones corteses en todas partes y era como si realmente con ellas quisiera mantener expresamente las distancias con todo el mundo."

Siempre me gustó esta idea de “retórica de la distancia”, porque yo, como muchos otros, supongo, deseo una cosa sobre todas las demás, y eso es, precisamente, que me dejen en paz. Mi propia retórica de la distancia, fatigosamente elaborada en la larga y desigual lucha contra el mundo, es una combinación de las dos estrategias que acabo de presentar: Siempre tengo una palabra halagüeña a flor de labios y, por las dudas, un palo en la mano.

15 comentarios:

tazelaar dijo...

es cierto. yo recibi de tu parte quizas mas palazos que buenas palabras. no tengo las comillas para poner entre bueno. me hubiese dicho, yo te dejaba en paz. porque la paz en mi nunca la encontraras. eso... cagate a palazos.

El Trompo Promiscuo dijo...

Excelente!!!. Veo que sigue inspirado. le sirvo otra copa?

Caríssimo Cuore dijo...

yo por las dudas, llevos más de un palo

Almirante Margarito dijo...

Qué bueno que sus Santidades, mis amigos, tengan la amabilidad de dejar sus notables comentarios. Gracias.
Y una cosa más: Tazelaar, no sea ingrato.

javier dijo...

está bien, pero la de Diógenes era una distancia programática y la de Hölderlin una impuesta (por la locura, por sus desvios mentales), no?
Holderlin cuerdo deseaba la cercanía (al menos así lo veo yo, o sea me parece digo)... y otra, a modo de "addenda": la parafernalia decadentista: las capas de d anunzzio, los gestitos de Barbey D Aurevilly Baudelaire... mirá, una galería de fotos: http://www.noveporte.it/dandy/dandies.htm

Jack Celliers dijo...

Almirante, no es por nada pero no puedo evitar pincharlo un cachito.

Si lo que se quiere es poner distancias me parece que lo primero es no declarar el deseo de hacerlo. Desnudar la estrategia es volverla menos útil, el palo en la mano sirve sólo si está detrás de la espalda, mostrarlo ya es declarar una intención y establecer un contacto, ése que se proclama indeseable.

Nietzsche, Lovecraft, Joseph de Maistre... cuanto más misántropos respecto de la Humanidad en general, más corteses con los individuos en particular. En realidad eran hipersensibles, gente a la que el contacto humano le importaba demasiado y le afectaba sobremanera. La mejor muestra de distancia es precisamente no practicar (ni menos declarar) ninguna. Distancia perfecta es la que practica con uno su vecino o el cajero del banco: no recurren a fórmula alguna, en el fondo les importamos un pomo.

Lo que escribió suena más bien como una necesidad de que su público (porque horror de los horrores, tener un blog es hacerse con un público) le admire esa distancia. Ahora le recomiendo la próxima movida: sonríase un poquito, admita que sí, que puede ser, y a otra cosa.

Almirante Margarito dijo...

axmn: Es cierto, aunque no podemos saber hasta qué punto estaba (y no lo pongo en duda) y hasta qué punto se hacía.
Gracias por tu comentario y por el link.

Jack: Aunque te sorprenda, concuerdo absolutamente con tu comentario. Hay que tener en cuenta que esto es apenas un juego. Una forma de homenajear a personajes que me gustan y con los que no puedo ni siquiera pensar en compararme. Además, yo siempre sonrío. Acá el enojado es ud. (y yo no discuto sus razones, créame, sabemos que no faltan). Por otra parte, acepto sus pullas amistosamente, son bienvenidas.

Rondamón: Ya te dije: hay muchos lugares más apropiados que este para ir a bardear, gracias.

Almirante Margarito dijo...

Una cosa más, amxn, me hiciste acordar a una frase de Baudelaire: "Cultivo el aristocrático arte de desagradar".
Qué maestro...

Jack Celliers dijo...

No me sorprende en absoluto, sabía que nos íbamos a entender.

Lo que no entiendo: ¿de dónde saca que estoy enojado? El comentario era zumbón, pullesco, molestín, ¿por qué me iba a enojar? ¿porque Ud. elige el Cioran's way of life? Lo entiendo mejor de lo que cree, aunque no sea lo mío es una tentación permanente a la que no cedo más que nada por cuestión de temperamento. Y por el camino que elijo yo tampoco llego demasiado lejos.

No me diga que estoy enojado, me enoja.

paula p dijo...

(eh, no lei el resto de los comments pero) p q le dejen en paz en principio no parece el mas adecuado formato un blog, ni los coments, caballero. En fin, y me gusto el post, ep.

Almirante Margarito dijo...

Jack: Bueno, no, no se enoje, no vale la pena. "Me habré equivocado", decía mi abuelo vasco.
La vía Ciorán es demasiado para mí, se lo aseguro. Soy un misántropo muy agradable. Ciorán es bastante más amargo que yo.

Paula: Un blog no me compromete en nada y para nada. Yoesotro. De hecho, el blog es apenas una distracción en la que a veces participan mis amigos y otras veces algunas personas desconocidas que tienen distintas opiniones y estilos, pero no me explotan, no me deben plata ni intentan asesinarme (tal vez simplemente porque no pueden, pero eso es lo de menos). Lo que quiero decir es que EL MUNDO es otra cosa. En fin, eso.

Caudor dijo...

Almirante:
Es curioso... no leí el libro de Onfray; pero yo también «diseñé» mi comportamiento social, según la anécdota de Hölderlin del libro de Waiblinger. De adolescente, por influencia de the doors y los poetas malditos, pensaba (o sentía) que todo instante era único y que había que ser único en todo instante. Que lo propio de la existencia era la franqueza y la intensidad. Las charlas de ascensor y las convenciones me resultaban intolerables y sentía el deber moral de desenmascararlas. Como consecuencia de ello, todos mis dias eran un tour de force y la mayoría de las veces mis energías ya se habían consumido en peleas menudas cuando, por ventura, me ocurrían los pocos momentos genuinamente interiores.
Eso fue hasta que leí el libro de Waiblinger. Desde entonces, mi comercio con el mundo se rige por el más perfecto protocolo zalamero. La buena hipocresía y el adagio «aquila non capit muscas» (que puede parecer soberbio pero es un desesperado principio de autoconservación), son los dos principios que informan mi comportamiento social.
Bueno, quedó largo y extemporáneo. Mis disculpas.

Pd: Siempre sentí pena al leer el librito de Waiblinger; él, de alguna manera, quiso decir la última palabra acerca de Hölderlin o usarlo como inspiración para su poesía y hoy no es más que un episodio en su bibliografía. Por otra parte, siempre recuerdo su idea (aunque no la correcta cadencia de las palabras) de que la naturaleza no lo hubiera vuelto loco (a Hölderlin) sino hubiera sido su favorito.

Almirante Margarito dijo...

Gracias, Caudor, por tu comentario. Siempre bienvenido.
Creo que era Menandro el que escribió que "los favoritos de los dioses mueren jóvenes". Eso se podría aplicar a unos cuantos románticos, pero no a Hölderlin, a él parece que lo quemó el rayo.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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