Leer al mismo tiempo a Primo Levi y a Alexandr Soljenitsin es, lo reconozco, un poco mucho. Pero no deja de ser una experiencia interesante. Me impresiona que los dos expresen exactamente la misma idea que se podría enunciar así: los verdaderos testigos son los que no sobrevivieron.
Cosas, destellos de algo. Esta cita: El estoniano Arnold Suzi, compañero de celda, con pinchos de canas, me explicó: "La crueldad siempre va mullida con sentimentalismo. Es la ley de la complementariedad. El los alemanes, por ejemplo, esta combinación es un rasgo nacional."
Ahora solo me falta ponerme a leer a Jean Améry y estoy listo para saltar por la ventana.
martes, julio 14, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
qué coctel de angustia
que intensidad literaria, almirante. Ahora debería llenarse de lindas historias para contarle a su niño cuando nazca. Yo, en silencio, me voy a revisar los rasgos nacionales de mis ancestros.
No me vas a creer, pero hace siete años en París me robé y me leí en el hotel donde me quedaba Le Pavillon des cancéreux y La trève (también En avant la zizique pero ésa es otra historia). Alguien que sufrió tu misma inclinación masoquista los dejó, así que recuerdo ese viaje a París como tortuoso por dentro y luz de primavera por fuera. Y también un poco de luz sobre eso que yo llamo el síndrome del superviviente.
Lo creo absolutamente, Loulou. Por fortuna, La tregua no es tan terrible y hasta tiene partes divertidas. El pabellón no lo leí, pero supongo que no hay atenuante posible.
Publicar un comentario