miércoles, febrero 11, 2009

Frutos de mar

Mi chica y yo tenemos la costumbre de apostar sesiones intensivas de masajes cada vez que discutimos sobre algún tema, generalmente estúpido, como el nombre de un actor o una película, el significado de una palabra extrajera, en fin, cosas así.
Esta vez, es justo reconocerlo, hemos superado el nivel de insignificancia de nuestras disputas "culturales" por decirlo de un modo tal vez abusivo. El tema en cuestión esta vez era si el pulpo Manotas decía o no decía "Ay, Mamapulpa" en situaciones de peligro. Yo afirmaba que sí y ella que no. Mi certeza era firme y entonces jugué la carta de la apuesta, como para testear la convicción del contrincante. Para mi sorpresa, no hubo vacilación alguna y la apuesta fue aceptada.

La disputa fue dirimida por You tube, aceptado por los dos apostadores como fuente última de autoridad y ¿Por qué no? de toda razón y justicia. Y así, encerrados en nuestra habitación en la bellísima ciudad de París, asistimos, con sentimientos dispares, a la sentencia final de nuestro diferendo.



De más está decir que me gané los masajes.

5 comentarios:

: dijo...

jajaja qué genial, felicidades!

Protervo dijo...

bien ahí.

la vasquita dijo...

Qué suerte que tiene usted, que le hacen masajes.
No se queje más, mire.

El Trompo Promiscuo dijo...

Eso fue quitarle un caramelo a un niño. No se aproveche de la tozudez de su chica.

Cosima dijo...

Genial. Me encantan los pulpos y los masajes.