jueves, junio 15, 2006

Cuirassier blessé à cheval

Anoche, después de cenar, bajé de la biblioteca el episodio “Le tour de Gaule” de Asterix para prestárselo a mi chica. Mientras lo hojeaba, me encontré con una fotocopia de un dibujo de Theodore Géricault, llamado Cuirassier blessé à cheval (Coracero herido a caballo). Esa fotocopia presidió durante cinco años mi pizarrón de corcho y durante cinco años yo fui ese coracero herido. Podría decir que me “identificaba” con él, podría decir que me “sentía” como él, hasta podría decir que “estaba obsesionado” con él, pero lo más justo es, sin dudas, afirmar que durante cinco años YO FUI ese coracero herido.
Más tarde las mudanzas (en todos los sentidos) lo cambiaron de sitio. La épica del coracero napoleónico que regresa vencido desde Rusia con la cabeza vendada y el brazo en cabestrillo acabó por refugiarse en esa otra épica gala, junto a bardos desafinados, comedores de jabalíes y jefes que temen que el cielo caiga sobre sus cabezas.
El dibujo es un estudio, y a mí me gusta muchísimo más que ese otro Cuirassier blessé quittant le feu, que es un óleo, pero que muestra al coracero a pie, llevando al caballo del cabresto. Cuando visité la tumba de Géricault (está en Père Lachaise) le agradecí por haberme ayudado a mantenerme digno en la derrota.




Cuirassier blessé à cheval




Cuirassier blessé quittant le feu




La tumba de Géricault en Père Lachaise

5 comentarios:

Milkus Maximus dijo...

Hasta donde sé, muchas derrotas son descansos para pensar la próxima batalla. El guerrero no es guerrero cuando celebra (hasta los cobardes celebran). El guerrero es guerrero cuando lucha.

Almirante Margarito dijo...

Cierto, Milkus, aunque eso de que la derrota es un descanso suena demasiado optimista para mi gusto. Será que la derrota es mi estado natural y el descanso, una excepción. Por otra parte, me conmueve más la idea de la resistencia que la de la lucha, aunque haya quienes no distingan o no acepten el matiz.
En todo caso, yo puedo asegurar que no exagero cuando afirmo que Gericault me ayudó a sobrevivir. Además era un cabezadura y eso me encanta. No sé, serán mis genes vascos.

Milkus Maximus dijo...

Te entiendo: todos los que alguna vez tocamos fondo, sabemos que a veces no queda otra más que apretar los dientes, y seguir tirando. No hay otra.
Suerte!

tazelaar dijo...

no hay fondo alguno. siempre puede empeorar. eso es resistir.

Á dijo...

Queridísimo Almirante:
Absolutamente hermoso, no por eso menos terrible, lo que contás. Yo atesoro unos dibujitos de Kafka, que me recuerdan en qué lares estuve y tiendo a estar. (aún no he mudado, capáz nunca lo haga)
Abrazos cariñosos.
Á (la del perfil vasco)