Primeras jornadas de pensamiento urbano. Muy loable, sin dudas, aunque me temo que las ciudades ya les han sacado años de ventaja.
Teatro San Martín, sala Casacuberta. Paul Virilio gesticula en la pantalla de la videoconferencia porque la banda de la traducción simultánea al español le impide escuchar a Alberto Silva que, sentadito solo en el escenario, le habla en francés. Je n’entends pas, je n’entends pas! dice Virilio. Varios intentos de recomenzar y el buen Paul que sigue sin poder escuchar el sereno francés de Silva a través del español profesional de la traductora. Una y otra vez se interrumpe la presentación. Pasan 20 minutos y el inconveniente (técnicamente trivial) sigue sin resolverse. Los organizadores locales aseguran que el problema está en Francia. Me pregunto si los asistentes, que ocupan apenas algo más de la mitad de la sala, desconfían de eso tanto como yo. Pero no puedo esperar, de modo que abandono el teatro sin saber si Virilio llegó alguna vez a escuchar a Silva y decir algo más que su fático “Je n’entends pas”. Si alguien sabe que avise.
lunes, septiembre 05, 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
uf, qué bueno que vuelva a escribir.
merci beaucoup, en - fáticamente.
En efecto, Virilio a entendu. El problema es que una vez que se hizo escuchar empezó a darse manija con las catástrofes, naturales y de las otras. Me supongo que, en secreto, los atemorizados asistentes -confundidos por la vehemencia y entusiasmo del francés para describir el apocalipsis total- desearon que la maldita videoconferencia se hubiera interrumpido antes del anuncio total y definitivo del acabóse. ¡Qué se le va a hacer! Son los riesgos del pensamiento urbano francófono, para peor, en español neutro.
Mirona: no me ponga presión, porque es inútil...
Queen Elizabeth: Ah, gracias por la información. Aunque asistir al anuncio de la debacle total no era necesariamente peor que ir a trabajar. Ud. es una verdadera reina y sabrá comprenderme.
Publicar un comentario