miércoles, diciembre 21, 2005

Could you try not aiming so much?

Desde muy chico fui buen tirador. Mi abuelo llevaba las armas en la camioneta y cargaba en la caja una heladerita de telgopor llena de porrones de cerveza que comprábamos al por mayor. Ya en la ruta, fuera del alcance de los “zorros grises”, yo me pasaba del lado del conductor y manejaba hasta el campo. Después del trabajo, que era siempre diverso, destapábamos unos porrones y, una vez vacíos, los acomodábamos sobre un tronco o sobre un cerco y preparábamos las armas, las largas y las de puño. Mi abuelo me contaba sus anécdotas de los años veinte cuando se agarraban a los tiros con los conservadores y otras cosas como aquella vez que enterró las armas en el jardín. Mientras, yo hacía estallar las botellas ambarinas una por una. Nunca me gustó matar, prefería disparar sobre objetos inanimados (aunque matar con el cuchillo y carnear un animal nunca me molestó). Siempre sospeché que el indudable rasgo aristocrático de ser zurdo representaba una ventaja para la puntería. Más tarde, esa habilidad me hizo ganar el respeto de los miserables de los que el azar quiso que dependiera mi suerte. A la hora de armar y desarmar el fusil o la nueve con los ojos vendados también estaba entre los mejores. Me tocó caminar frente a una docena de caños apuntándome y ver y escuchar los rebotes de los proyectiles levantar la tierra sobre mi cabeza. Yo solo sentía desprecio, pero las armas no dejaron de gustarme. Hace cientos de años que no empuño ninguna, sin embargo, en los días difíciles continúo reventando botellas en el interior de mi cabeza. Y si me concentro lo suficiente, la terapia funciona.

12 comentarios:

Loli dijo...

Qué lindo título.
Qué linda parte de qué lindo libro

Anónimo dijo...

Lo de acuchillar animales no me gustó muchito...fíjese que hoy me compadecí de una babosa a la que hicieron escapar de un laberinto de sal.

tazelaar dijo...

tenga cuidado con la concentracion, que no le reviente la calabaza.

Anónimo dijo...

bang, bang, estás liquidado....

El Trompo Promiscuo dijo...

Almirante, me recuerda a Michael Vronsky (el personaje de Robert De Niro en The Deer Hunter - El Francotirador(1978)... sólo le falta jugar a la ruleta rusa. Nos asusta.

Almirante Margarito dijo...

Loli: Oh sí, espléndido pasaje.
Anís: Bueno, es para comer. Si ud. es vegetariana, la comprendo.
Tazelaar: La calabaza está en orden.
Anónimo: pichún! pichún! (cerca)
TP: ¿"los" asusto? ¿Son más de uno o es un plural mayestático? De cualquier modo, hacen bien en temer. L'avete voluto voi, maledetti!

Jack Celliers dijo...

Perdón por la indiscreción, pero docena de caños apuntándole y escuchar los rebotes de los proyectiles no parece lo que le pasa a uno, digamos, un finde caminando por el Paseo de la Infanta, por decir cualquiera.

Me dio curiosidad, pero claro que no tiene obligación de satisfacerla.

Almirante Margarito dijo...

Ah, son tonterías mías, Jack. Le aseguro que es mucho menos interesante de lo que suena. Por otra parte, como ud. se imaginará, no se va muy lejos disparándole a botellas vacías

le mutante dijo...

el asunto de los poderes mentales es relamente algo admirable... ahhh cuestión de cerrar los ojos y bang! mil mundos que aparecen!

ele dijo...

me gusta la palabra telgopor
debe ser porque en esta orilla no la usamos

Satamarina dijo...

Ilumìneme Almirante, de què libro hablan?

salutti

Almirante Margarito dijo...

Mutante: Cierto, aparecen y se desvanecen como botellas ambarinas.

Malcontenta: telgopor, telgopor, telgopor: TELa GOmosa PORosa. ¿Y de aquel lado cómo le dicen?

Marina: el pasaje citado corresponde a la preciosa novela de Salinger llamada Raise high the roof beam, carpenters and Seymour, an introduction. El título de la primera parte prviene de un himeneo de Safo. El pasaje en cuestión corresponde a un bellísimo episodio zen de la segunda parte.