El profesor de filosofía: Una noche, cuando era joven, al comienzo de los 70’, se encerró en su cuarto y puso un disco de Wagner en el Winco. Cargó el revolver y subió el volumen al máximo. La emprendió a balazos contra las paredes hasta vaciar el tambor mientras simulaba la retreta nazi. Lo conocí muchos años después, estaba frustrado porque la mujer no le entregaba el culo.
El profesor de literatura: Una noche, cuando era joven, al comienzo de los 70’ subió hasta la terraza del edificio más alto de Rosario. Todavía se percibía el río entre la penumbra. Se acercó al borde y se paró sobre la pequeña pared que limitaba el vacío. Hamacó su cuerpo por un rato. No cayó. O acaso todavía esté cayendo.
viernes, diciembre 23, 2005
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8 comentarios:
Bonito.
¿Yo? Gracias, Alberto, no lo tenía tan zalamero.
Perdón: han de haber sido las notas fenólicas del añejo Lagavulin que me regaló mi hermano para estas fiestas. No volverá a suceder.
y en "Sala de profesores" en vez de fumar se jugaban una ruletita rusa...
me gusta almirante
saludos
Alberto: Ud. no la pasa nada mal, eh.
Charlotte: En la sala de profesores una vez se habló durante 15' seguidos de la hombrera (ventajas, desventajas, etc.). Creo que prefiero la ruleta rusa.
Marina: Marina!
La profesora de catequesis: Una noche, cuando era joven, al comienzo de los 70’, dejó a su novio porque él le dijo "contigo, pan y cebolla". Ella me explicó que eso quería decir "con vos no quiero nada serio". Ese fue su último novio. La sorprendieron así la vejez y la soltería perpetua. Pero el otro día me enteré de que esa frase quiere decir todo lo contrario.
mirala vos a la vieja puta esa!!
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