Todo mi poder (o mi impotencia) para organizar la experiencia se basa en categorías literarias. Interpreto el asalto de los intratables fragmentos de realidad según la lógica de alguna figura retórica, de un verso cristalizado en mi entrecejo, capaz todavía de emanar su viejo veneno, o de la propia estructura de percepción de algún personaje, más fuerte que la mía, tan maleable. Hay personajes literarios que son para mí más reales que muchas personas que conozco. Así, desde muy joven he tenido por ejemplo mis días Holden Caulfield, mis semanas Marlowe (los dos Marlowe), mis meses Wakefield y Bartleby, mi año Ahab, etc. etc.
A veces miro lo que pasa frente a mí con la sola luz de unos versos de Dante, de Keats, de Blake, etc. y por épocas ejerzo sobre las cosas la violencia de los tropos, entonces todo es una metáfora, o una infinita cadena de metonimias y cada tanto mi mundo se accidenta con la hipálage y el oxímoron.
Hay distintas formas de llamar a esta enfermedad: mal del libro, literatosis y últimamente, Mal de Montano (ver Vila Matas). Por cierto no me ofende que alguien piense que es un forma de locura, y concedo alegremente que confundo realidad y literatura todo el tiempo. Naturalmente veo enemigos de la literatura por todos lados, lo que agrava el cuadro con un matiz paranoide.
Una cosa más: en el subte le cedo el asiento con más ganas a un lector que a una viejecita.
jueves, marzo 09, 2006
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9 comentarios:
Yo no sé si lo tuyo (y mío) es un defecto. Después de todo, ¿qué mejor que las experiencias múltiples de múltiples personajes?
Ah, en el subte, SIEMPRE se debe ceder el asiento a un lector, leer parado es incomodísimo.
Sos sensible. Es todo. En el siglo XIX morían por esa causa. Puedes considerarte un tipo afortunado.
la fortuna quizá se haya puesto de tu lado, almirante. Ceder asientos no es grato para nadie, ni siquiera cuando llevás pocas horas de cansancio. Pero es necesario comentar algo con respecto a eso de confundir realidad con literatura, y es, desde mi humilde punto de vista, una ventaja. Hay realidades que parecen fantasías y no podemos tomarlas como cosas literarias, y hay fantasías que realmente nos invierten la lógica y nos hacen vernos dentro del remolino que genera sentir que algo es real.
Es una ventaja. Cristibel ha dicho, con aire atinado, que la gente moría por esas cosas en el siglo XIX, aunque disiento, quizás porque pienso que vivimos siempre para estar muriendo.
Minerva es un poco más concisa e interesante en eso de experiencias múltiples de múltiples personajes, interesante en serio.
Se converge mon amí, se converge en distintas realidades, aquél que se cortó la oreja comentaba que hay tantas realidades como puntos de vista, y vos, tenés variantes visuales de ese modo, confundiendo... Salud.!!!
Esa capacidad es d grandes imaginaciones...
Locura?
Quién está completamente cuerdo como para soportar vivir de manera más o menos aceptable en este planeta?
Y lo de lector vrs viejita... te estás olvidando de algo muy importante, a pesar de que en este momento quien maquina ideas, imagina mundos, cuestiona sus bases y recorre a su ritmo las líneas de un texto es el lector, la viejita probablemente ya no lo hace por limitaciones físicas, pero ella fue creadora literaria también, sigue siendo un libro abierto hasta que su historia concluya, cierren su libro y lo enbodeguen en una biblioteca X q alguien llama cementerio.
Saludos
PD: q c t ocurre para engañarlos?
bueno... mira vos, somos muchos. a mí me pasa ver en cosas de mi vida la reminiscencia de tantos libros, textos... en diciembre me pasó, al final de diciembre tuve días en que por todas partes veía a Rayuela. A veces hasta me asusto un poco, me engaño a mí misma? de pronto de una cosa chiquitica hago un mundo, y de un pequeño detalle como un paraguas roto olvidado en un parque hago una semejanza con Rayuela, y luego me creo estar viviendo ... lo que quizá no vivía. pucha, ya me fui por las ramas. un saludo! de todas formas no lamento vivir así, vivir de otro modo se me haría insostenible. ah! y gracias por tu visita y tu saludo en mi blog!
Almirante, quien nunca se sintió literado (neologismo si le va bien) o mínimamente cinematográfico, es porque a su sangre no le ha entrado la letra.
Suelo sentirme zorresca si no me dicen a que hora llegarán, hay días en los que Sartre rige mi existencia a pura novela y teatro, y en otros poco luminosos pero clarificantes, viene Ecco con el nombre de una rosa y se aprende desde el asombro, que perder la inocencia duele más cuanto más novato es el curita...
Besos, y déle el asiento a quien mejor lo merezca, pero disfrute sólo cuando se lo da a quien le corre tinta por las venas
mmmmmm.......No sé si commentar, ya que se me acusó de ser lo más antilerato que existe. últimamente me gusta la idea de que hay tantas ilusiones como puntos de vista, que se yo.... Digo, de pronto me parece, que a veces no es bueno que el/los personaje/s se lo coman a uno.
que personaje........... que buen chiste. soy un capo.
Minerva: ¿Será entonces apetito voraz?
Cristibel: te voy a responder como el poeta Gotfried Benn: "¿Sentimientos? Yo no tengo sentimientos."
D.: ¿Qué pasó? se te cayó una estantería de libros en la cabeza y quedaste confundido?
Akxi: Cierto, visto de cerca nadie es normal. No te preocupes por las viejecitas, igual les cedo el asiento.
Para engañar, no sé, ya verás cómo. Inventá un argot o algo.
Taiko-go: De nada. Y cuidado con los paraguas.
Tía N: Igual no sé si comparto el entusiasmo... No soy un proselitista de este asuntillo.
Trompo: Si hay algo que no me asusta es eso, qué quiere que le diga.
Tazelaar: No tenés abuela, vos, pibe...
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