Martes al mediodía en la puerta del Preferido de Palermo. Parado en la esquina miraba con inquietud como las hordas adolescentes que salían de los colegios de la zona copaban todas las mesas del lugar. Dos chicos con uniforme estudiantil cruzaron Guatemala apurados y uno de ellos, con una cara de pichón de garca que se caía, le dice al otro: "Esperá, entremos acá un segundo a ver si hay alguien comiendo así le robo comida". Para mi alegría, la rata miserable no encontró ninguna víctima y se retiró rápidamente.
Miércoles a la mañana en el gimnasio. Una rubia le cuenta a su tostado personal trainer que su novio pospuso la boda. "Sí, me la quería pasar para junio. Yo le dije que ni loca, en invierno no me caso. Pusimos fecha para noviembre. Él ahora parece que se va a hacer un tratamiento con radioactividad, algo con yodo, no sé, creo que tiene que estar encerrado, no puede ver a nadie o algo así. Mi mamá me dijo que menos mal que fue ahora porque si era más adelante ya iban a estar hechas las invitaciones ¿Te imaginás qué problema?". No sé el entrenador, pero yo me imagino muchas cosas. Demasiadas.
Después se quejan de mi misantropía, pero el mundo no para de darme letra.
miércoles, marzo 22, 2006
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4 comentarios:
pero claro que sí... imagínese como será que me pega a veces la misantropía a mí, que cambié al perro por un gato, porque no quería convivir ni siquiera con el mejor amigo del hombre...
En serio, hay personas que no merecen ni la compasión divina y la tolerancia humana
pero qué rubia caida del catre, ¿no ve que la estan pedaleando?
a mi más que rechazo por esta gente, salen ruleros en el pelo
Oh, malditas glándulas, pero en este caso, el tipo ha enfermado notablemente por esa compañera. Benditas glándulas, yo me encerraría toda la vida.
Misantropiá, viva la misantropía, que el mundo siga aullando y dando letra, qué joder!
es peor cuando la sufrimos con gente cercana, de la que no podemos huir.
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